martes, 1 de mayo de 2012

un relato lésbico






 
Era una fiesta increíble, como todos los años; mucha gente, buena música, encuentros y reencuentros fortuitos. Para alejarme del tumulto y respirar el aire limpio de la noche, salí y me senté en el borde de la piscina mojando solo los pies, mientras miraba el reflejo de las luces en el agua, fresca y translúcida. Hasta que mi visión se vio invadida por unas curvas aterciopeladas que entraban lentamente al líquido espejado. Solo cubría su parte inferior delantera un diminuto triángulo negro de tela con cierto brillo que por detrás se perdía por completo en la línea entre sus glúteos, y con ambas manos sostenía sus pechos mientras una cascada de cabello negro lacio y liviano caía sensualmente sobre su espalda hasta la cintura. Antes que quedara completamente cubierta por el agua, pude ver a contraluz el perfil de ese rostro que luego comprobaría como dueño de una delicadeza cuasi artística.
La vi nadar sumergida en lo profundo y asomando por momentos su cabeza para tomar aire, y en un instante la perdí de vista. Hasta que justo enfrente de mis pies que jugueteaban por el agua, aparecieron de repente unos salvajes ojos verdes de mirada penetrante que hacían que su blanquísima piel y cabello renegrido parecieran dibujados. Me sonrió y le respondí, mientras se acercaba al borde de la piscina para llegar a apoyar sus manos y dejar de flotar. Con un suave gesto me pidió lo que yo estaba tomando, y al acercarle el vaso a una de sus manos y rozarla, noté que su piel se erizaba. Volvió a sonreírme sugerentemente esta vez, y bebió de un trago largo sin pausa lo que quedaba en mi copa. Volvió a hundirse en el agua, y al salir esta vez se ubicó frente a mis pies sumergidos apenas cubriéndome las pantorrillas, y sentí como sus manos se tomaban de mis tobillos mientras sus pechos rozaban suavemente mis dedos, con evidente intención denotada en su mirada cada vez más insinuante. Si bien no estaba en mis planes en absoluto esa ni más cercanía física con una mujer, esa en particular había logrado captar toda mi atención y curiosidad, aumentada por su manifiesto interés en mí, por lo que decidí seguir el curso y transcurso de su acercamiento candente. Si bien estábamos a solas en esa parte del lugar, el ruido cercano denotando proximidad tumultuosa quizás hacía más atractiva toda la situación para ambas.
Sin dejar de mirarme a los ojos y sonreír, al momento tomó con más fuerza mis tobillos hasta lograr que mis piernas quedaran sumergidas con el agua ahora llegándome casi a las rodillas, apoyando sus manos sobre el borde de la pileta a ambos lados de mis caderas y entonces comencé a sentir cómo su sexo rozaba suavemente mis pies. Sosteniendo su mirada en todo momento, comencé con ellos un leve balanceo, que fue acompañado al unísono por ondulantes movimientos de su pelvis bajo el agua y una suave fricción de su entrepierna sobre ellos, mientras sentía el roce de sus pezones endurecidos en mis piernas. Tras unos interminables segundos posiblemente devenidos a minuto, esa suerte de juego improvisado compartido se prolongó al colocarse ella de espaldas y comenzar a buscar el roce de mis pies en sus glúteos, para luego atraparlos entre sus piernas y ejercer una leve presión con su sexo que enardecido buscaba el placer de más fricción. Deslicé entonces mis manos por su espalda suavemente, como en un leve masaje, hasta que tomándolas a ambas entre las suyas las colocó sobre sus pechos, por debajo de sus brazos, pudiendo sentir ya el roce eléctrico de sus pezones en las palmas de mis manos y sobre las yemas de mis dedos. Cuando parecía comenzar a excitarse demasiado, con su respiración entrecortada y leves gemidos escapados al aire, volvió a hundirse en el agua pero esta vez empujándome a sumergirme con ella con un impulso sorpresivo que no me permitió oponer resistencia alguna.
Apenas asomada mi cabeza a la superficie, ya podía sentir el roce de sus labios carnosos y mojados y el deslizar lánguido de su lengua sobre los míos. Dejé que su lengua entrara en mi boca lentamente hasta mezclarse con la mía, mientras tomaba su breve cintura entre mis manos y ella apoyaba todo su cuerpo contra el mío frotándose con suavidad. Comenzó a acariciarme el sexo por sobre la ropa interior con una de sus manos, mientras la otra recorría mis caderas y glúteos, y nos mordíamos los labios mutuamente con suavidad enérgica. Tomé sus glúteos con ambas manos firmemente, y comencé a recorrerlos detenidamente hasta llegar a la línea media que los separa y deslizar mis dedos por debajo del diminuto cordel incrustado allí. Sus labios se separaron de los míos y comenzaba a gemir suave y entrecortadamente ante el caprichoso deslizar de mi dedo anular en su orificio que se iba dilatando y dejando que entrara lentamente. Mi mano libre recorría su espalda bajo el agua que ya se sentía más que tibia por la temperatura corporal elevada de ambas, y ella sostenida a mis hombros respiraba hondo sintiendo cómo mi dedo la penetraba completamente por detrás, moviéndose con fruición entre sus glúteos, apretándolos ella para más profundidad. Al levantar la mirada, observé de frente un grupo de personas se acercaba a una distancia prudente, y sin quitar mi dedo de su interior, la ayudé a incorporarse frente a mí y tomando un poco de agua con mi otra mano humedecí su rostro enajenado de placer. La gente permanecía distante y ella volvió a besarme con toda su lengua, a lo cual respondí con igual intensidad y penetrándola aún más con mi anular que parecía poseído por sus entrañas. Hizo que nos sumergiéramos completamente en el agua y antes de salir sus manos buscaban mis pechos con desesperación hasta descubrirlos y tomarlos presionándolos y luego rozándolos con los suyos. El agua nos cubría casi hasta el cuello, y ambas pasamos un momento prolongado jugando con pezones entre lenguas y dientes, sumergiéndonos por breves turnos. El grupo de personas comenzó a acercarse y ambas nos sumergimos al unísono entre risas cómplices, y nadamos un poco como para distendernos de la exasperación.
Cuando ya volvimos a quedar en soledad, me apoyé contra uno de los bordes de la piscina y ella apoyando su cuerpo sobre el mío de espaldas a mí, colocó mis manos en su vientre y comenzó a frotar sus glúteos por sobre mi sexo. Mis pezones completamente rígidos rozaban su espalda por dentro del agua, y mis manos comenzaban a deslizarse lentamente desde su vientre hacia sus pechos, tomándolos firmemente, y luego pellizcando sus pezones entre mis dedos y deslizando las yemas por esa textura rugosa y delicada a la vez. Volví a su vientre que ondulaba empinando sus caderas hacia mi entrepierna, y mis manos descendieron lentamente a su sexo palpándolo sobre el diminuto triángulo de tela delgada y resbalosa que lo cubría. Seguí con mis dedos los bordes hacia el centro, mientras sus manos estiradas hacia atrás se aferraban a mis caderas y apoyaba su cabeza sobre uno de mis hombros, comenzando a jadear suavemente. Introduje uno de mis dedos entre sus labios hasta observar cómo lo absorbía con su boca ávida, y luego sumergiéndolo en el agua lo dirigí directo a su sexo, abriéndose camino por debajo de su diminuta ropa interior, y deslizándolo lentamente esta vez ya por sus labios inferiores. Poco a poco todos los dedos de mi mano derecha ya colados dentro de ese triángulo pequeño, recorrían su sexo acariciándolo por fuera e introduciéndose de a poco entre los pliegues rugosos de esos labios tan carnosos y delicados como los de su boca. Comencé a frotar su clítoris lentamente, mientras mi otra mano deslizaba sus dedos al encuentro de su vagina y comenzaba a penetrarla con suavidad, y al ver y sentir toda la excitación de su cuerpo ante mis movimientos respondiéndolos con los suyos, sentí como comenzaba a presionar mi mano que la penetraba para que lo hiciera más vigorosamente. Mientras mis movimientos con ambas manos se aceleraban más y más, ella deslizó su lengua por mi cuello hasta el lóbulo de la oreja mordiéndola suavemente, y luego introduciendo y recorriéndola por fuera y dentro. Tuvo un orgasmo profundo y sostenido en esa posición, y también yo tuve un orgasmo inusualmente irresistible de tan solo observarla y sentir toda su excitación por mi accionar sobre su cuerpo.
Después de un prolongado momento de relax, se dio vuelta colocándose frente a mí y me dijo que se llamaba Ana. Le dije mi nombre, y sonreímos aún extasiadas por lo compartido. Me abrazó y me besó y lamió el cuello dulcemente, mientras yo le devolvía el gesto haciendo lo propio en ella. Luego me tomó de la mano y salimos juntas de la piscina, nos secamos, acomodamos la ropa y vestimos en silencio, y luego ella tomó mi teléfono celular y puso su número con un mensaje. Mientras lo leía, ella se alejó hasta perderse donde estaba la fiesta en cuestión. Sonreí y guardé, y me quedé bajo la luz de luna irresistible para que el aire fresco de la noche secara mi ropa. No había imaginado nada de lo ocurrido, pero sin querer, había cumplido una gran fantasía. Y al parecer, podía continuar cumpliéndola si lo deseaba, en cualquier momento...





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